Anteriormente hemos hablado de las dudas generadas por los estudios científicos financiados por la industria de las bebidas, donde los resultados parecen obviar la relación entre el consumo de refrescos azucarados con el sobrepeso y la obesidad. También hemos tratado el tema de los sobornos a investigadores llevados a cabo por la industria alimentaria para que los resultados de las investigaciones sean, en la medida de lo posible, favorables para la industria. Hoy conocemos una nueva investigación cuyas conclusiones ponen de manifiesto que la industria alimentaria manipula las investigaciones científicas desde hace décadas para que los resultados les favorezcan.
La nueva investigación ha sido realizada por expertos de la Universidad de California (Estados Unidos), en ella se concluye que la relación entre el consumo de azúcar y el riesgo de enfermedad coronaria fue un hecho silenciado por la industria estadounidense del azúcar en la década de los 60. Se realizó una investigación cuyas conclusiones determinaron que las grasas saturadas y el colesterol procedentes de la dieta eran causa de las enfermedades del corazón, restando importancia a la evidencia de que el consumo de sacarosa también era un factor de riesgo para sufrir estas enfermedades. Hay que decir que esta investigación se desarrolló en base a otras investigaciones de la década de los años 50 que sugerían la relación entre las señales de alerta temprana de enfermedad coronaria y el consumo de azúcar.
El estudio presentado tiene 50 años y tiene una gran influencia en la actualidad a la hora de tratar el daño en la salud que provocan las grasas saturadas y los azúcares. Por otro lado, se destaca que los resultados de varias investigaciones realizadas durante las últimas décadas en las que se analizó el papel del azúcar en la nutrición y su relación con las distintas enfermedades cardíacas, pudieron haber sido influenciados por la industria del azúcar. Lo cierto es que los resultados de este estudio no nos sorprenden, recordemos que algunas compañías del sector de la alimentación han subvencionado a investigadores para que busquen pruebas que refuten la relación entre el consumo de alimentos considerados poco saludables y el sobrepeso o la obesidad, de ello hablábamos aquí.
El caso es que según este nuevo estudio, la industria del azúcar de Estados Unidos pagó a investigadores para que desarrollaran un estudio cuyos resultados minimizaran el vínculo entre el azúcar y las enfermedades cardíacas, enfatizando que el mayor riesgo procedía del consumo de grasas saturadas. Curiosamente, en el año 1967 ya se había relacionado al azúcar y las grasas saturadas con factores de riesgo de enfermedades del corazón y muerte precoz, sin embargo, el riesgo atribuido al azúcar, que se basó en el estudio antes citado, sólo hacía alusión al riesgo de caries, como si se tratase de un mal menor.
La Fundación de Investigación del Azúcar (SRF) ahora denominada The Sugar Association, ha emitido este comunicado sobre el tema, reconociendo que en su momento se debería haber proporcionado mayor transparencia en todas sus actividades de investigación. Esta organización se excusa indicando que cuando esos estudios se publicaron, no existían las normas de transparencia que ahora se exigen, por otro lado, es difícil poder hablar de acontecimientos que habían tenido lugar hace 60 años y tratar documentos que no se han visto.
La industria se defiende y cuestiona los continuos intentos de la investigación presentada por los expertos de la Universidad de California, para alinear de forma conveniente el actual debate sobre el papel del azúcar con hechos de hace décadas, sobre todo después de constatar a través de las investigaciones realizadas durante las últimas décadas, que el azúcar no tiene un papel único en las enfermedades cardíacas. Tratan estas investigaciones como artículos sensacionalistas y manifiestan su decepción por la actuación de JAMA (Journal of the American Medical Association), por haberse dejado arrastrar por este tipo de artículos. Finalmente, la asociación concluye que siempre está tratando de comprender mejor el papel de azúcar en la salud a través de la ciencia y resultados de calidad.
Pero lo cierto es que desde que apareció el citado estudio en el año 1967 en la revista científica The New Englad Journal of Medicine, se han realizado varias investigaciones cuyos resultados se centraban en la reducción de las grasas saturadas como la principal estrategia para prevenir las enfermedades del corazón. A día de hoy, los resultados de ese estudio se siguen utilizando en las estrategias de salud. Según los documentos de esta investigación, la industria del azúcar pagó a tres investigadores de Harvard para desarrollar estudios que posteriormente fueron revisados por la Fundación de Investigación del Azúcar y cuyas conclusiones minimizaban los posibles riesgos del azúcar en la salud.
El estudio sobre la manipulación científica no hace más que evidenciar que la industria del azúcar y otras industrias cuyos alimentos pueden ser perjudiciales para la salud, ya eran conscientes de la situación, y desde hace décadas han tratado de manipular las investigaciones para que arrojaran conclusiones favorables. Merece la pena recordar lo ocurrido con Coca Cola y Global Energy Balance Network, organización que supuestamente luchaba contra la obesidad a través del balance energético, es decir, la relación entre el consumo de energía y el gasto. Coca Cola apoyó a esta organización económicamente porque apoyaba como solución orientar a los consumidores explicado que lo realmente importante no eran las calorías ingeridas, sino la actividad y ejercicio físico que se realiza para quemarlas. Se pretendía desplazar el centro de atención que es la dieta, hacia la falta de ejercicio como principal causa de la obesidad.
La lista de empresas que han financiado estudios científicos para que los resultados fueran favorables a sus productos podría ser extensa, pero lo cierto es que se desconoce la verdadera influencia que ha tenido la industria alimentaria en las investigaciones científicas presentadas y, lamentablemente, mucho se ha construido sobre esas conclusiones. Os recomendamos leer este artículo publicado en la revista científica JAMA, no tiene desperdicio.
Foto 1 | Health Gauge
Foto 2 | The hills are alive*