Recientemente estuvimos tratando el tema de las conservas caseras, ya que en esta época hay abundancia de muchas frutas y hortalizas que nos gusta embotar, sea para poder disfrutarlas durante todo el año o para poder consumir con tiempo una buena cosecha. Por ello, encontramos interesante compartir algunos consejos para elaborar conservas caseras de forma segura, podéis recordarlo en este post.
Pero no todo el mundo hace conservas, aunque la mayoría las tienen en su despensa, pues son un recurso muy práctico para disponer de una comida preparada en poco tiempo, pudiendo ser muy sabrosa y nutritiva. En fin, esto seguro que ya lo sabéis, igual que conoceréis algunos de los consejos para hacer buen uso de las conservas industriales, pero hay uno que queremos destacar porque es algo en lo que caen muchas personas, y es que cuando abren una lata de conserva, si no se termina toda, lo que queda se deja en el mismo recipiente y se guarda así en la nevera.
Si sois de los que hacéis esto, olvidaos de seguir con la práctica, pues las latas de conserva abiertas no son un contenedor de alimentos, y lo que queda en ella una vez que se ha utilizado la cantidad necesaria, debe pasarse a otro recipiente, bien tapado, y guardarse en el frigorífico. Conviene que el recipiente al que se pase quede lo más lleno posible, por lo que en muchos casos es necesario tener en casa fiambreras muy pequeñas, por ejemplo, por si hay que guardar media lata de atún, de sardinas, etc. Además, estos restos de la conserva se recomienda gastarlos en uno o dos días.
Y bueno, además de reseñar que las conservas abiertas deben cambiarse de recipiente (y tirar la lata), vamos a ver algunos consejos más sobre el almacenamiento y el uso correcto de las conservas industriales. Se tiene la percepción de que las latas de conserva, al ser un producto de una vida útil muy larga (puede llegar a durar unos tres o cinco años) son un producto seguro, que difícilmente se estropea. Y lo es, pero para ello hay que almacenarlo de forma correcta, y esto es tan sencillo como tener las conservas en un lugar fresco y seco, protegido del sol y de los cambios bruscos de temperatura.
Otra cosa a la que no se le suele dar mucha importancia es a las latas abolladas, y lo cierto es que si la vemos así en el supermercado, lo mejor es dejarla (y ellos deberían retirarla), pues puede que tenga una fisura que permita la entrada de bacterias. Recordemos que las conservas son productos alimentarios que se han esterilizado en un envase hermético para destruir los microorganismos patógenos, si el hermetismo desaparece, deja de ser un producto de larga conservación, los microorganismos pueden empezar pronto a hacer acto de presencia.
Quizá una lata lleva tiempo así, abollada, y nadie se ha dado cuenta, y además cuando se abre no se aprecia ninguna alteración en su contenido, pero puede estar contaminado. Pero también hay otras señales que a simple vista sí pueden delatar que la conserva está en mal estado, por ejemplo, que la lata esté abombada o que esté oxidada, sobre todo en las zonas de apertura. Y una vez abierta la conserva, si se ve espuma en el interior, si ha perdido color, si tiene mal aspecto o mal olor, mejor desecharla.
Sobra decir que hay que hacer caso a las recomendaciones del fabricante sobre la fecha de caducidad, no penséis que después de estar en la lata un par de años, por que pase un mes más en ella no pasa nada… Y como comentábamos, una vez abierta una conserva en lata (para lo que se recomienda lavar primero la lata y las manos que van a manipular el alimento), el contenido se convierte en un producto perecedero, así que debe tratarse como un producto fresco, es decir, si sobra se debe pasar a otro recipiente de un material apto para uso alimentario, taparlo bien y guardarlo en el frigorífico.
Y si hay que tener precauciones con las conservas de larga duración, más aún hay que tenerlas con las semiconservas, ¿conocéis las diferencias de una conserva y una semiconserva? Aquí os lo explicamos, seguramente será una lectura interesante de retomar.
Foto | Javier Lastras