Según una encuesta realizada el año pasado en Estados Unidos por NPD Group, compañía especializada en la investigación de mercado, al 57% de la población adulta le preocupan los alimentos transgénicos, lo que representa un aumento del 43% con respecto a los resultados de una encuesta similar realizada en el año 2002. De este porcentaje, un 20% manifiesta estar muy preocupado por el tema de los alimentos modificados genéticamente, en este sentido también se ha incrementado la cifra con respecto a los resultados del año 2002, en aquel entonces el 10% de los encuestados manifestaban sentir una gran preocupación.
Pero lo que realmente sorprende de esta encuesta no son los datos sobre la cantidad de personas que están preocupadas por este tema, sino la falta de conocimiento que existe. Según los resultados obtenidos, se puede decir que los consumidores están preocupados por los transgénicos pero no saben qué son. Uno de los analistas de NPD Group comenta que cuando se preguntaba a las personas qué son los alimentos transgénicos, la mayoría de los encuestados declaraban no saber qué eran, otros contestaban que son alimentos que se procesan de un modo concreto o que son alimentos no naturales.
Gran parte de esta preocupación creciente por los transgénicos guarda relación con el desconocimiento, no saber qué es un alimento transgénico, de dónde procede, cómo identificarlo, qué finalidad tiene, por qué se desarrollan alimentos transgénicos… lo cierto es que hay muchas preguntas cuyas respuestas no tienen los consumidores, y no porque no existan respuestas, sino porque no se han preocupado en buscar la información más básica. Es difícil que alguien pueda decir que está a favor o en contra de los alimentos modificados genéticamente teniendo estas dudas, ya que entonces se delata que se posiciona a favor o en contra dejándose guiar por lo que dicen otras personas, ya sean grupos ambientalistas o grupos a favor de los alimentos modificados genéticamente.
Ahora nos viene a la memoria este post en el que hablábamos sobre un informe realizado por el Comité de Ciencia y Tecnología del Reino Unido, en él se destacaba que la oposición a los transgénicos en Europa se basa en la política y no en la ciencia, el comité aseguraba que la evidencia científica es muy clara y que los alimentos modificados genéticamente no representan un riesgo para los seres humanos, los animales o el medio ambiente. Una decisión sobre los alimentos modificados genéticamente no puede estar basada en el desconocimiento, en los motivos políticos u otras razones que se alejen del conocimiento y la comprensión.
Hay más, según el analista de NPD Group, cuando las personas oyen la palabra “genética” asociada a la comida, los encuestados hacían una pausa debido a que no estaban seguros del significado. El analista explica que es lógico que se tema lo que no se entiende y por tanto, que se deduzca que es algo malo, a esto se añade que se avivan los temores cuando se solicita que se identifiquen estos alimentos en el etiquetado.
Quienes solicitan el etiquetado deberían preocuparse más por informar y explicar a la población qué es un alimento transgénico, qué riesgos existen, etc. Después no debe sorprendernos que, aunque una gran mayoría de los estadounidenses se opone a los transgénicos, a la hora de votar una reglamentación para etiquetar este tipo de alimentos (véase el caso de Washington), gane el no al etiquetado. Los consumidores temen a los transgénicos pero parece que temen más a la pérdida de poder adquisitivo cuando la industria alimentaria ha amenazado que el sí provocaría el aumento del precio de los alimentos.
El analista explica que el desconocimiento sobre los transgénicos puede ser una de las razones por las que dos tercios de los consumidores no estén dispuestos a pagar más por alimentos que no contienen materia primas modificadas genéticamente. Un suministro de materia primas no modificadas genéticamente y las correspondientes certificaciones provocan un incremento de precios, al menos en el caso de los alimentos ecológicos. Pero también en el caso de los alimentos tradicionales, al respecto os recomendamos retomar la lectura de este post, en él podíamos saber que Ulrick & Short, compañía que provee a la industria alimentaria con fibras, almidón, proteínas y harinas de maíz, trigo, etc., explicaba que cada vez era más difícil encontrar materias primas alimentarias tradicionales, por lo que el riesgo de subida de precios era evidente.
Sin embargo, aquí nos explican que un pequeño grupo de consumidores estaría dispuesto a pagar más por alimentos libres de transgénicos y de hecho buscan activamente a través de los canales de alimentación este tipo de productos. Los fabricantes de alimentos que están a favor de los transgénicos y que no quieren reformular sus productos dejando a un lado las materias primas transgénicas, deberían tomar un papel más activo en el “debate a favor o en contra” y explicar los beneficios que ofrecen este tipo de alimentos, claro, que esto podría jugar en contra de sus intereses porque el hecho de declarar que están a favor de los alimentos modificados genéticamente o que utilizan materias primas transgénicas, les pasaría factura en los resultados de venta.
La encuesta es interesante y aunque se realizó el año pasado, seguramente los resultados no variarían mucho si se realizase de nuevo. Como hemos indicado, lo que destacamos especialmente es el gran desconocimiento que existe sobre los transgénicos y cómo muchas personas se posicionan en contra sin saber qué son, esto juega en contra de los grupos ambientalistas y de quienes están a favor de los alimentos biotecnológicos. Podéis conocer más detalles de la encuesta a través de este artículo de NDP Group.
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Foto 2 | The Knowles Gallery