Desde hace algunos años se habla de la necesidad de comer menos carne como parte de la estrategia para poder frenar el cambio climático, reducir el consumo de agua a nivel mundial, incrementar la disponibilidad de superficies de cultivo, etc. Se han puesto en marcha iniciativas que persiguen concienciar a los consumidores informando sobre los efectos que tiene la producción ganadera intensiva en el medio ambiente, y se les ha propuesto colaborar dejando de comer carne al menos una vez por semana. Otros estudios han concluido que era necesario introducir un impuesto que provocara el encarecimiento de la carne, algo que podría reducir su consumo.
De nuevo conocemos un estudio desarrollado por el centro de estudios Chatham House de Londres (Reino Unido), un instituto independiente que tiene como finalidad involucrar a los gobiernos, al sector privado y a la sociedad, sobre temas internacionales que preocupan, como por ejemplo el tema del consumo de carne y su impacto en el medio ambiente. En este estudio se concluye que comer menos carne es esencial para frenar el cambio climático, se asegura que ni los Gobiernos o los defensores del medio ambiente están haciendo lo suficiente para abordar el problema. Apuntan que la razón es la reacción que podrían tener los consumidores.
A muchos consumidores no les gustaría que los Gobiernos y las organizaciones ambientales se entrometieran en sus vidas diciéndoles qué es lo que deben o no deben comer. Es interesante retomar la lectura de una investigación sobre las estrategias para la reducción del consumo de alimentos cárnicos, en ella se concluía que el problema no es sólo pedir a los consumidores que coman menos carne, también se les está pidiendo que cambien sus hábitos alimentarios, lo que implica una toma de decisiones consciente y llevar a cabo acciones que deben ser habituales y cotidianas. Al principio no comer carne una vez a la semana sería secundado, pero a la larga la iniciativa se abandonaría y se volvería a la rutina habitual.
En la investigación del Instituto de Estudios Ambientales de la Universidad de Ámsterdam (Holanda) se concluía que un conjunto de estrategias para el cambio era factible, pero cada estrategia para reducir el consumo de carne debía contar con apoyo educativo, económico, institucional, etc., siendo necesario trabajar en equipo a fin de lograr cambiar los hábitos alimentarios de los consumidores. Pero con todo y eso, algunos consumidores seguirían mostrando resistencia. En este caso se debería analizar la dieta a nivel general y conocer los hábitos dietéticos de cada grupo de consumidores para desarrollar una estrategia personalizada.
Muchas personas creen que el tráfico de coches, aviones, barcos, etc., es el mayor contribuyente en el calentamiento global, al menos así se desprende en algunas encuestas realizadas. Sin embargo, el sector ganadero es responsable de casi el 15 por ciento de las emisiones globales, cifra similar a la producida por el sector del transporte. La producción ganadera es responsable principalmente de la emisión de metano y óxido nitroso, dos de los gases de efecto invernadero más potentes. Uno de los principales autores de este estudio explica que es fundamental luchar contra el consumo de carne y derivados lácteos, se habla de la deforestación, del transporte y de otras cuestiones, pero se deja a un lado la enorme brecha que provoca el sector ganadero.
Es obligado citar el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), en él se concluye que un cambio en la dieta podría reducir significativamente la emisión de gases de efecto invernadero, entre otras cosas, pero la ONU no ha puesto en marcha un plan que siga esta recomendación. Tampoco ha servido de mucho destacar las enfermedades que se asocian al abuso del consumo de carne, lo cierto es que es complicado lograr que los amantes de los alimentos cárnicos reduzcan su consumo, ni la salud ni la situación del clima parece convencerles.
El informe presentado se basa en los últimos estudios científicos realizados, en los que se concluye que el incremento de la demanda de carne en países como China están inclinando la balanza en contra del clima. La ganadería representa el 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero el 65% corresponde a la carne de vaca y a los productos lácteos derivados. Según los análisis realizados, el apetito por la carne crece de forma constante, se calcula que se puede incrementar su consumo en un 76% para el año 2050 y un 65% si hablamos de los productos lácteos, frente a un incremento del 40% en el consumo de cereales. Sólo en China se espera que para el 2020 se incremente en 20 millones de toneladas el consumo de carne y de productos lácteos, esta cifra da una idea de la situación.
Conociendo los datos, informes e investigaciones, ¿por qué no se hace nada para intentar cambiar la situación y frenar la demanda de carne? En el estudio de Chatham House se encargó a Ipsos MORI, una empresa de análisis e investigación de mercados con sede en el Reino Unido, una encuesta para saber qué opinaban los consumidores sobre la relación carne, productos lácteos y cambio climático. Los resultados no dejaron lugar a dudas, se percibe el papel del sector ganadero como poco influyente en el cambio climático frente a sectores como el transporte.
Claro, que también se encontraron puntos positivos en la encuesta, aquellos consumidores más concienciados con el cambio climático, se mostraban predispuestos a reducir el consumo de carne y productos lácteos. En definitiva es necesaria una mayor implicación de Gobiernos, organizaciones, empresas, etc., para ir más allá de la sensibilización se deben llevar a cabo estrategias de marketing, campañas y puesta en marcha de políticas públicas.
En el estudio al que podéis acceder a través de este enlace (Pdf), encontraréis gráficas sobre el consumo de carne según el país, podréis observar que China se desmarca de forma significativa de otros países. Por mucho que se hable de que es necesario comer menos carne para frenar el cambio climático, lo cierto es que poco se hace al respecto. En el estudio encontraréis también algunas conclusiones interesantes, como plantear una estrategia similar a la llevada a cabo contra el tabaco.