Se denominan gases de efecto invernadero a aquellos gases cuya presencia en la atmósfera contribuye al calentamiento del planeta, son los clorofluorcarbonos, el dióxido de carbono, el óxido de nitrógeno o el metano. Con la propuesta de poner un impuesto en la carne se pretende reducir la emisión de metano, se trata de una proposición realizada por un grupo de investigadores, cuya finalidad es hacer que la población coma menos carne al ser un alimento más caro.
Se ha pasado de proponer luchar contra el cambio climático consumiendo menos carne, a solicitar un impuesto en la carne para reducir la emisión de metano. Los expertos consideran que influir en la conducta humana es uno de los desafíos más complicados en cualquier política a gran escala, sin algún tipo de incentivo es complicado que se realice un cambio voluntario en la dieta, por ello, consideran que la introducción de un impuesto en la carne podría cambiar los hábitos de consumo. Parece que todo se tiene que solucionar a golpe de impuestos.
Actualmente en nuestro planeta, unos 3.600 millones de rumiantes, mayoritariamente ovejas, vacas y cabras, generan un enorme volumen de metano a través de sus procesos digestivos, una potencial fuente de gases de efecto invernadero a la que ha contribuido la ganadería intensiva. Este gas, según explican los investigadores, es hasta 30 veces más potente que el dióxido de carbono a la hora de retener el calor y favorecer el calentamiento del planeta (otras fuentes indican 23 veces). Al respecto, os recomendamos retomar la lectura del post Ovejas más saludables para el medio ambiente. En él aparece una pequeña ilustración que muestra la emisión de metano anual según el tipo de animal. Como nota curiosa, decir que el cerdo es uno de los animales que menos emisiones de metano generan, son vacas, ovejas y otros rumiantes las máquinas vivientes para la elaboración de metano.
Según los investigadores, una de las formas más efectivas de reducir la emisión de metano a la atmósfera es reducir la población mundial de ganado rumiante, pero teniendo en cuenta la gran demanda de carne existente, se puede decir que es bastante complicado. Por ello, se propone abordar también este problema, al incrementar el precio de la carne se lograría reducir el consumo, y en consecuencia consideran que no sería necesario producir tanto ganado. Por otro lado explican que se trata de una cadena, la reducción de la cabaña ganadera trae consigo la reducción de la emisión de C02, como ejemplo indican que no sería necesario talar bosques para poner en marcha nuevas extensiones para la cría de ganado, aunque también se podría citar la reducción del transporte y otros procesos asociados a dicha producción.
Los expertos consideran que no se ha prestado suficiente atención a la lucha contra la emisión de gases de efecto invernadero, la prueba son los resultados del Protocolo de Kioto, algunos países no están de acuerdo con sus directrices, ya que consideran que perjudica su economía. Las cumbres climáticas no hacen más que traer decepciones, los informes del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) parecen caer en saco roto. Hay que recordar que el Protocolo de Kioto es actualmente el único instrumento legalmente vinculante que obliga a los países desarrollados a reducir sus emisiones de efecto invernadero, sin embargo y como ya hemos indicado, algunos países manifiestan que no van a cumplir con este protocolo.
Para los investigadores es prioritario recortar la emisión de estos gases, y en lo que respecta al ganado y las emisiones de metano, se suman a la tendencia de aplicar impuestos. Evidentemente la industria agroalimentaria ha respondido a este estudio, consideran que sugerir un impuesto de la carne para reducir la emisión de gases de efecto invernadero es simplista. El director de la organización de productores de carne de cordero de Reino Unido explica que la reducción del ganado no conlleva la mejora del proceso de los rumiantes, estos animales comen la hierba que los humanos no pueden comer y la convierten en proteína para alimentar a la población mundial. Claro, que hay que decir que buena parte del ganado se alimenta con piensos a base de soja y otros granos, la hierba la disfrutan poco.
También explica que gracias al pastoreo de ganado se ha formado y gestionado el paisaje durante cientos de años, el ganado ha traído importantes beneficios ambientales que pueden mitigar el efecto negativo de las emisiones, considera que durante los últimos años se ha convertido al ganado en un chivo expiatorio de las emisiones. En este sentido, sería interesante añadir que buena parte del ganado no se pastorea y no realiza la labor de antaño, entonces no existía el tipo de producción intensiva actual.
Es difícil creer que un impuesto en la carne logre su cometido, aunque parece más difícil creer que se pueda aplicar. A todo esto hay que recordar que todavía está en el aire una pregunta, ¿Cómo alimentar al mundo en 2050? Como dicen aquí, los gases de efecto invernadero se podrían reducir con mejoras en las prácticas agrícolas y ganaderas. Podéis conocer más detalles del estudio a través de la revista científica Nature.