¿Tenéis una bolsa de patatas fritas (chips) en vuestra despensa?, nosotros no, por lo que os pedimos que la cojáis y miréis su tabla nutricional. ¿Cuánta grasa aporta una bolsa pequeña o la cantidad de patatas que normalmente se come de una bolsa grande?. Ya hace unos años que se alertó con el titular: «Comer una bolsa de patatas chips al día equivale a beber cinco litros de aceite al año».
Entonces, es momento de mirar la tabla nutricional y calcular las grasas (y tipo de grasas) que contienen 5 litros de aceite de cocina (de girasol, de oliva…). Hemos encontrado unos cálculos en referencia al titular antes indicado, no lo hemos comprobado, pero podéis consultarlo aquí. Explican que comer una bolsa de 50 gramos de patatas chips cada día equivale a tomar más de 5 litros de aceite (en este caso hablan de girasol) al año, pero además, con mayor contenido en grasas trans. Esto sirve para corroborar una información sobre la que ya se tenía conocimiento.
El tema es que el titular ha vuelto a surgir tras la publicación del libro de Michael Moss, Salt Sugar, Fat (Sal, azúcar, grasa). Al leerlo nos ha recordado que la información que impacta puede llegar con más facilidad a muchas personas, recordemos el ejemplo de la campaña contra las bebidas azucaradas: ¿A que no te comerías 16 paquetes de azúcar?, entonces ¿por qué te los bebes?.
Sobre el libro de Michael Moss, será interesante leerlo. En resumen, habla de la industria y de sus estrategias para hacer a la sociedad adicta a sus productos. Con las patatas chips lo tienen muy fácil, con el primer estallido crujiente en la boca llega la denominada ‘explosión de sabor’ gracias a la sal, le sigue la denominada ‘sensación en boca’ que deja la grasa de la fritura, y se completa con el azúcar que contiene el almidón de la patata. Es una combinación placentera para el paladar y así llega al cerebro. Es fácil desear ese placer, de hecho es algo que buscamos cuando comemos.
La reciente publicación en Daily Mail vuelve a tratar sobre la obesidad y las enfermedades relacionadas que sufren los británicos, cifras escandalosas sobre su incidencia y al parecer, lo poco que se hace para poner remedio. Comentan que una encuesta reciente revela que un tercio de los niños de Gran Bretaña comen patatas fritas todos los días y el resto varias veces a la semana. Es tan fácil comprar una tentadora bolsa de patatas fritas en cualquier comercio… cosa que no sucede con los alimentos naturales, dicho sea de paso. De todas formas, a los niños (y a muchos adultos) les llama mucho más la atención una colorida, inflada y ruidosa bolsa de chips de patata que una manzana.
La industria dedicada a la elaboración de patatas fritas no deja de estudiar los gustos de la sociedad, además de lograr que el carácter crujiente sea el primer gancho (se calcula hasta la presión que debe hacer la boca para romperla), lo que ya nos parece de risa es la de sabores extraños, y por supuesto, artificiales que les quieren proporcionar, y que a nuestro parecer, en ningún caso mejoran a las patatas fritas naturales. En nuestro mercado hemos pasado de las patatas con sabores básicos como el jamón o el queso a las patatas con sabor a mojito, hamburguesa de queso, a la carbonara, gambas al ajillo, pesto y mozzarella, kebab, bacon, lomito encebollado, curry, wasabi… daos una vuelta por las imágenes de Google, seguro que os sorprendéis.
Además de lo mencionado, los mensajes engañosos de las bolsas de patatas (Gourmet, Mediterráneas…), pueden transmitir que quizá no sea un snack tan malo, con el auto convencimiento que muchos se realizarán: ‘es una bolsa pequeña y además está llena de aire, sólo hay unas pocas patatas…’ La cuestión es que según el artículo antes referenciado, un estudio publicado en la revista New England Journal, resuelve que las patatas fritas son el principal contribuyente en la epidemia de la obesidad en Estados Unidos.
Comer una bolsa de patatas al día es como beber cinco litros de aceite al año, o más, porque las patatas chips son adictivas, ya sabéis, ‘cuando haces pop… ya no hay stop’. No debemos olvidarnos de ellas para siempre, pero como recomiendan algunos profesionales de salud, ¿qué tal disfrutar de ellas un par de veces al mes?, y si os tenéis una mandolina, nada mejor que unas chips caseras.
Foto | Quinnanya
2 comentarios
Y todo ello sin olvidar que las patatas fritas de bolsa fueron de los primeros alimentos en incorporar glutamato monosódico como aditivo, en teoría como potenciador del sabor, pero que se ha revelado relacionado con el aumento de la sensación de apetito y la disminución de la de saciedad.
Saludos
Cierto Etxeoquehai, además lo que tu comentas, y en el artículo referenciado explican que ello provoca que al final del día se consuma más cantidad de alimentos.
Gracias por el buen apunte. Saludos!