A raíz del escándalo de la carne de caballo, los minoristas del Reino Unido exigen que se incluyan pruebas de ADN obligatorias en el control de calidad de los alimentos. Parece ser que los proveedores de sistemas informáticos están buscando el modo de incluir estas pruebas en los sistemas actuales de trazabilidad electrónica, de este modo se brindaría a los fabricantes una herramienta con la que certificar la calidad de sus productos trasladando los datos oportunos a los minoristas. Una vez que estos sistemas estén disponibles, los minoristas deberían exigir a sus proveedores que los utilizaran para tranquilidad de todo el mundo.
El director general de Applied Principles, proveedor líder de software para la gestión de procesos de datos, explica que cuando los fabricantes puedan comprar sistemas relativamente económicos para realizar este tipo de pruebas, es cuando los minoristas podrán exigir que los utilicen tan pronto como sea posible, es el mejor método para controlar la cadena de suministro y proteger su actividad. Curiosamente ayer nos hacíamos eco de la nueva prueba de ADN para identificar ingredientes alimentarios desarrollada por investigadores alemanes de la Universidad Johannes Gutenberg Mainz, un sistema que parece adaptarse a las exigencias de los minoristas, aunque no creemos que el coste sea relativamente económico.
Los últimos escándalos alimentarios han propiciado que muchas empresas de la industria agroalimentaria quieran una mejor protección, necesitan sistemas de control más exhaustivos que puedan protegerlos de los fraudes o de poder demostrar que los productos que ofrecen son de la máxima calidad, dependiendo de si son detallistas o fabricantes. El director de Applied Principles sugiere a las grandes compañías que pongan en marcha instalaciones para poder realizar los controles oportunos, incluidas pruebas como la del análisis de ADN de los alimentos, evidentemente las grandes empresas sí tienen recursos para poner en marcha este tipo de medidas.
Prácticamente todos los minoristas del Reino Unido han tenido problemas con la carne de caballo, se han llevado a cabo diferentes actuaciones para que esto no vuelva a ocurrir, pero si en los próximos 12 meses se detectara nuevamente carne de caballo en algún producto, esto perjudicaría seriamente a la marca, de ahí que se hable de hacer todo lo posible para que no vuelva a suceder, parece evidente que el sistema de certificación más fiable es el análisis de ADN, pero como ya hemos indicado, para algunos fabricantes no es accesible económicamente. En este caso, quizá se podría poner en marcha un organismo gestionado por una empresa privada o por la FSA (Food Standards Agency), Agencia de Normas Alimentarias del Reino Unido, que se encargará de realizar las pruebas, las empresas podrían contratar los servicios a un coste relativamente económico, y así no habría excusa para no realizar el test.
Para algunos consultores de seguridad alimentaria, es imperativo el uso de las nuevas tecnologías para poner en marcha nuevos sistemas de trazabilidad alimentaria electrónica que integren certificaciones de ADN, los consumidores reconocen los beneficios de este tipo de certificación, no sólo se incrementa la seguridad alimentaria, también se elimina el fraude, se puede conocer exactamente la procedencia de los productos y tiene mil aplicaciones más, como por ejemplo detectar las posibles trazas de alérgenos.
Ha sido necesario que se produzcan diferentes fraudes alimentarios para que la industria empiece a comprender la importancia del uso de nuevos sistemas que protegen sus productos y la marca. Un beneficiado de la situación es la empresa Applied Principles, la demanda del software de gestión de datos que ofrece se ha incrementado significativamente a raíz del fraude con las hamburguesas con carne de caballo, lamentablemente y a pesar de los actuales sistemas de trazabilidad, no se puede impedir que se cometan fraudes de este tipo, de ahí que la apuesta deba ser la implantación de pruebas de ADN obligatorias en los alimentos. Con el sistema de trazabilidad no se puede evitar que se cometa fraude, se puede conocer la procedencia de un alimento pero no la actividad fraudulenta que se ha llevado a cabo.
Podéis conocer más detalles sobre la noticia a través del artículo publicado en Food Manufacture.
Foto | Kowitz