Hace un par de días se votaba en California la Proposición 37, un proyecto sobre el etiquetado de alimentos transgénicos en California (Estados Unidos), fruto de la iniciativa Derecho a Saber de los Alimentos, campaña que solicitaba una legislación transparente e informativa sobre los alimentos transgénicos. Pues bien, tras la votación se ha confirmado la derrota del Derecho a Saber de los Alimentos, el 53’7% de los californianos ha votado en contra de la Proposición 37, lo que significa que las leyes californianas en materia alimentaria no entrarán en conflicto con la política estadounidense de no etiquetar los alimentos modificados genéticamente.
Recordemos que en el post La Proposición 37 acabará con el uso del término ‘natural’ en los alimentos, destacábamos que algunas asociaciones como Natural Products Association (Asociación de Productos Naturales), aunque estaban a favor de que los consumidores conocieran la composición de los alimentos, no estaban a favor de la Proposición 37 dado que les traería muchos más problemas que beneficios. Una de las razones argumentadas tenía que ver con el uso del término «natural», no se podrían etiquetar como tal los alimentos que se hubieran sometido a diferentes tratamientos, como por ejemplo la molienda, fermentación, congelación, cocción, enlatado, etc. Un puré de manzanas enlatado no podría ser etiquetado con la descriptiva natural a pesar de no ser un alimento transgénico, el hecho de haber sido sometido a uno de los procesos mencionados le retiraba esa descriptiva. Por tanto, serían muchos los productos alimentarios que deberían modificar el etiquetado, resulta curioso que una reglamentación que en principio debería arrojar luz y transparencia sobre los alimentos que contienen ingredientes modificados genéticamente, haya afectado a los alimentos que nada tienen que ver con este grupo.
Natural Products Association anunciaba que votaría en contra de la Proposición 37 a pesar de saber que ello representaba el fracaso del Derecho a Saber, explicaba que la cadena de suministro, productores, mayoristas, minoristas, fabricantes de ingredientes alimentarios, etc., se enfrentarían a un grave problema al tener que eliminar cualquier referencia hacia el término natural siempre que se utilizaran procesos como la cocción, la deshidratación, la fermentación, la molienda, el ahumado, etc. Por supuesto, la Proposición 37 afectaría a cada eslabón de la cadena agroalimentaria de forma diferente, unos tendrían más responsabilidades que otros. Si a esto sumamos la campaña en contra del etiquetado de los alimentos transgénicos que se ha llevado a cabo por parte de las grandes multinacionales biotecnológicas y las grandes compañías alimentarias bajo el lema “No a la Proposición 37“, con argumentos como el encarecimiento del precio de los alimentos a causa del cambio de etiquetado o el uso de otros ingredientes alimentarios, la derrota de la Proposición 37 parecía evidente, y como vemos así ha sido, aunque con un margen algo ajustado.
Los que avalan el Derecho a Saber en California argumentan que la derrota se debe a que no se había explicado con suficiente claridad lo que representaba la nueva reglamentación, así como los beneficios que proporcionaría a los consumidores. También se alude a la fuerte oposición y la gran inversión que han realizado las grandes empresas en la campaña en contra del etiquetado, la inversión en este caso alcanzó los 46 millones de dólares, en cambio, la campaña por el sí a la Proposición 37 utilizó otros canales que no requerían una gran inversión, como por ejemplo las redes sociales. La realidad es que el Sí a la Proposición 37 era una magnífica campaña cuya finalidad era que los consumidores supieran qué es lo que comen, ofrecer el derecho a que eligieran si quieren o no alimentos modificados genéticamente en su dieta, esta base fue la que logró captar la atención de los consumidores, empresas dedicadas a los alimentos naturales, asociaciones, etc., pero como explicábamos anteriormente, poco a poco han cambiado de opinión y han explicado los motivos oportunos tal y como hemos indicado, lo que ha hecho también dudar a los consumidores, por lo que personalmente no creemos que se le pueda atribuir toda la culpa de la derrota a la campaña en contra, las amenazas, etc., y más pudiendo constatar que quienes estaban a favor y respaldaban inicialmente la campaña, habían cambiado de postura.
No debemos olvidar que incluso asociaciones médicas como la AMA (Asociación Médica Americana), se pronunciaban en contra del etiquetado transgénico indicando que no había razones para etiquetar los alimentos transgénicos. Para esta asociación sólo es necesario realizar las pruebas y análisis oportunos que certificarán la seguridad de estos productos, apoya una política más severa en materia de evaluación alimentaria, aunque declara que no se han encontrado evidencias de que existan diferencias sustanciales o preocupaciones de seguridad en los organismos modificados genéticamente.
La Proposición 37 no ha sido aprobada, pero parece ser que sus partidarios no se rinden, ahora se habla de una campaña puesta en marcha en Washington y en Oregon proponiendo una reglamentación similar. Por otro lado, sus partidarios aseguran que no van a dejar de luchar y buscarán otras vías, seguirán solicitando a la FDA (Food and Drug Administration) que anuncie una ley que obligue al etiquetado de los alimentos que contienen ingredientes modificados genéticamente y que se permita a los estadounidenses acceder al Derecho a Saber, podéis conocer más detalles al respecto a través del periódico digital Mercury News.
2 comentarios
Buenas, chic@s. En primer lugar felicitaros por el alcance y el rigor de la interpretación de las causas de la caída de la 37. Y en segundo -como no podía ser de otra manera- manifestar mi desacuerdo.
Sinceramente, creo que el texto de la proposición es bastante chapucero y, si me apuráis, contradictorio. En eso coincido con vosotros. Pero creo que eso era lo de menos. Lo único que se consiguió con esa redacción fue ponérselo a huevo a los contrarios a la proposición, pero si fuese un prodigio de técnica jurídica se habrían usado argumentos de otro pelaje (por ejemplo, incidiendo más en la cuestión de los costes).
En mi opinión existen dos variables no consideradas, siquiera parcialmente:
1.- El desequilibrio entre los fondos aportados por partidarios y detractores (la referencia a las redes sociales resulta muy 2.0 y lo que queráis, pero existen docenas de trabajos que desmontan el mito sobre el valor de la influencia de las redes en temas de calado político) resulta definitivo, sobre todo teniendo en cuenta el desesperante nivel de información/formación de los la mayoría de consumidores (que son los votantes) sobre temas alimentarios, en california, en europa y en la conchinchina.
2.- El derecho a la información (en este tema y en todos) es un derecho del ciudadano, y debe ser garantizado por los poderes públicos, independientemente de que se haga un referendum o media docena. Entrar en ese juego en lugar de apuntar al auténtico protagonista (el legislativo) es ponérselo a los partidarios de la confusión como se las ponían a Fernando VII.
Un abrazo desde el rincón verde, donde la vacas son tratadas con cariño 🙂
Estamos de acuerdo, algunos puntos (que citas) los hemos tratado en otros post hablando del mismo tema, es evidente que el texto ha sido chapucero y ha difuminado el verdadero objetivo que se perseguía. En fin, ya sabes que ahora se está llevando a cabo una campaña similar en Washington y Oregon, a ver si esta vez tienen en cuenta los errores pasados y lo hacen mejor para logran el objetivo.
Saludos.