Según leemos en un comunicado oficial de la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) sobre el estudio realizado por Gilles-Eric Séralini, profesor de Biología Molecular y experto en organismos modificados genéticamente del Gobierno francés, que determina la peligrosidad del maíz transgénico NK603 y del herbicida Roundup, el estudio tiene la suficiente calidad científica para que sea considerado válido para proceder a su evaluación. Sin embargo, a la hora de examinarlo, la EFSA indica que el diseño, la presentación y análisis del estudio no son aspectos concluyentes y considera insuficiente el estudio del maíz transgénico NK603, por lo que no coincide con las conclusiones a las que ha llegado el equipo de Séralini.
No es una contradicción, por un lado se considera válido el estudio para empezar a examinarlo, pero por otro se cuestionan los procedimientos y se llega a la conclusión de que no es necesario realizar una nueva evaluación sobre la seguridad del maíz transgénico NK603, por supuesto, la agencia también indica que no hay que tener en cuenta los resultados de este estudio. Parece ser que la EFSA ha centrado su análisis en la metodología empleada, algo que se considera fundamental para garantizar que las actuaciones se han realizado según las directrices internacionales. Tras constatar una metodología correcta, el siguiente paso sería analizar las conclusiones y resultados. Si la metodología presenta algunas deficiencias, se descartan los resultados. La EFSA indica que los posibles efectos a largo plazo de los alimentos transgénicos, ha sido y será uno de los elementos clave en su trabajo a fin de proteger la vida de los seres humanos, los animales y el medio ambiente en general. Sin embargo, hay que matizar que la agencia ha estado validando investigaciones que aunque podrían tener una correcta metodología, no se realizaron a largo plazo, siendo el tiempo de los estudios de unos 90 días, pero vamos a centrarnos en el primer veredicto de la agencia sobre el maíz transgénico NK603 y el Roundup.
De momento este es un primer análisis, a finales del mes de octubre se comunicarán los resultados de un segundo análisis, teniendo en cuenta hasta la fecha cualquier información adicional que puedan aportar los autores del estudio a fin de garantizar el entendimiento del trabajo que el equipo de investigación francés ha realizado. Con respecto a los resultados arrojados en esta primera revisión, la EFSA indica que ha preparado una serie de preguntas que deberán ser respondidas antes de considerar que los procedimientos se han realizado correctamente. La agencia explica en su comunicado que la especie de roedores que se ha utilizado es propensa a desarrollar tumores durante su vida, tumores que se pueden generar por causas naturales sin que existan influencias como el consumo del maíz Roundup Ready u otros tratamientos, esto es algo que no han tenido en cuenta los autores del estudio.
Aunque en la investigación se dividieron a los roedores en varios grupos para administrarles diferentes dosis de alimentación y herbicida, sólo se estableció un grupo de control, esto se considera un error. Los procedimientos y protocolos seguidos en la investigación no se han ajustado a los desarrollados por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), organización formada por 34 estados que persigue coordinar las políticas económicas y sociales, por cierto, es interesante destacar que la OCDE es conocida como el ‘club de los países ricos’ y teniendo en cuenta que hay en juego muchos intereses económicos, quizá las normas y procedimientos deberían ser desarrollados por un grupo independiente de investigadores, al menos así se garantiza que no existan intereses económicos que influyan en el desarrollo de los procedimientos.
La OCDE especifica que en este tipo de estudios es necesario formar grupos de un mínimo de 50 roedores, recordemos que Séralini formó grupos de 10 roedores, por lo que para la EFSA y la normativa, resulta un número insuficiente de animales, algo que puede alterar los resultados y limita distinguir entre los tumores que pueden aparecer normalmente por probabilidad, y los causados supuestamente por el maíz y el herbicida cuyo principal componente activo es el glifosato. Cada error, como el número de roedores, la especie utilizada, el análisis estadístico… es un suma y sigue que resta confiabilidad a los resultados obtenidos. La EFSA indica que no se proporciona la suficiente información sobre la composición de la alimentación de los roedores, detalles sobre las sustancias nocivas o cómo se almacenan los alimentos, tampoco se ofrece información sobre el contenido de micotoxinas, claro, que estudios anteriores validados por la EFSA certifican que en lo que respecta al maíz transgénico, no ha aparecido todavía ningún caso de alerta por micotoxinas.
Para la EFSA es imposible evaluar correctamente la exposición que han sufrido los roedores al Roundup, los autores del estudio han informado sobre las cantidades de herbicida utilizadas para rociar los alimentos o contaminar el agua, pero no han dado detalles sobre la cantidad de alimento ingerido o el volumen de agua que los roedores bebieron. Tampoco se han incluido otros datos relevantes para la EFSA como el resumen de abandonos o las estimaciones de los efectos de un tratamiento imparcial, para la EFSA falta información vital como otras lesiones sufridas por los roedores además de los tumores indicados.
Por tanto, la EFSA considera insuficiente el estudio del maíz transgénico NK603, la agencia de seguridad ha solicitado a los autores del estudio que informen de todos los puntos para facilitar el trabajo de evaluación y ofrecer una resolución correcta. A pesar de esta primera respuesta, Francia pretende prohibir a nivel europeo los alimentos transgénicos, ya que considera que son peligrosos para la salud. La solución en nuestra opinión podría ser sencilla, bastaría con aplicar el principio de precaución y poner en marcha un estudio a largo plazo, formado por un grupo de investigadores internacionales en el que también tomara parte la EFSA u otros organismos como la FDA o la FSA, incluso ecologistas expertos en la materia, los resultados serían más determinantes y quizá acabarían con el problema.
Ahora será cuestión de esperar a que Gilles-Eric Séralini y su equipo entreguen toda la documentación solicitada, aunque posiblemente y dadas las incorrecciones detectadas, no sirvan de mucho. Podéis conocer todos los detalles del comunicado de la Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea a través de su página web.
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