Si todo se desarrolla según lo esperado, hoy se votará el decreto en Italia en el que se va a aprobar el impuesto de los refrescos, una tasa que se aplicará a todas aquellas bebidas consideradas carbonatadas, que contengan azúcar y, siguiendo el modelo francés, que se hayan endulzado con edulcorantes, es decir, las que se comercializan como bajas en calorías. La medida fue presentada por el Ministerio de Sanidad del país, y la justificación utilizada, como viene siendo habitual, es el deseo de mejorar la calidad de vida de la población y reducir el alto índice de sobrepeso y obesidad.
De nuevo nos sorprende que se pretenda aplicar la tasa a las bebidas endulzadas con edulcorantes, la excusa para aplicar en este segmento el impuesto es la misma que la facilitada en Francia, la preocupación de la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) de los efectos que estas sustancias presentes en los refrescos light puedan tener en la salud. Por supuesto, este argumento tendrá poca solidez para la industria de las bebidas en Italia. Conociendo la situación de la economía italiana, la nueva tasa se podía prever. Sobre el impuesto de las bebidas azucaradas en Italia, el Ministro de Salud Renato Balduzzi argumenta que es una medida orientada a reducir el consumo de estos productos, asegura que es una forma más efectiva para desalentar la compra por parte de los consumidores, esta conclusión es discutible, al respecto recomendamos la lectura del post Impuestos en los alimentos poco saludables, medidas poco eficaces.
El Ministro declara que se podrá mejorar la dieta de la población y especialmente de aquel segmento que abusa de este tipo de bebidas, algo que se traduce en una reducción del daño potencial para la salud y el enorme gasto que supone para la salud pública. En primer lugar, para que se lograra realmente reducir el consumo de refrescos y bebidas azucaradas, el impuesto debería ser muy elevado, sin embargo se impondrá a los productores una tasa de 7’16 euros por cada 100 litros, si realizamos la división, el incremento no desalentará la compra de los consumidores, por otro lado cabría la posibilidad de que los productores asumieran el impuesto reduciendo el coste de la bebida, por lo que sería una medida ineficaz, aunque no lo creemos. Claro, que quizá al Ministerio de Salud italiano no le importe mucho, lo que verdaderamente parece perseguir es la financiación de la sanidad pública con unos ingresos adicionales vengan de donde vengan.
No se apuesta por la educación nutricional, tampoco se apuesta por una subvención para que los alimentos considerados saludables sean más asequibles a los consumidores, tan sólo existe una fijación, aplicar impuestos para obtener más dinero. El Ministerio de Sanidad del país es un pozo sin fondo, es ineficiente, ineficaz y además consume una buena parte de los recursos económicos de los contribuyentes, intentar sanear sus cuentas de este modo no hace más que enrarecer la atmósfera. La carrera de nuevos impuestos es un suma y sigue, anteriormente ya se crearon nuevos impuestos en las bebidas alcohólicas, espirituosas, el tabaco, etc., ahora toca una tasa de refrescos, ¿qué será lo siguiente?.
Muchas han sido las críticas hacia el nuevo impuesto, en la mayoría de los casos se alude a los fines puramente recaudatorios y no a la preocupación por la salud de los consumidores, se argumenta que la medida es discriminatoria y también afecta a quienes tienen un estilo de vida saludable, ya que la moderación es el quid de la cuestión y estas personas también disfrutan de vez en tanto de un refresco, aunque sea light. En este artículo de la publicación digital Il Giornale califican al impuesto de las bebidas de monstruoso, profieren duras palabras al Ministro y se argumenta que en vez de aplicar tasas para financiar la salud pública, debería reducir otros gastos que tiene el Ministerio, un impuesto debe ser aplicado con criterios objetivos de igualdad y generalidad.
Por otro lado se argumenta que en base al artículo 3 de la Constitución italiana, se debería aplicar igualmente un impuesto a todo aquel alimento o bebida que tuviera azúcar o endulzantes, la miel, la fruta u otros productos, grabar sólo a las bebidas va en contra del artículo 3 y el artículo 53, el que indica que todo el mundo debe contribuir a los gastos públicos de acuerdo a su capacidad de pago, o lo que es igual, en relación a sus medios económicos, como sabemos sólo pagarán las empresas productoras y consumidores que adquieran el producto.
El caso es que hoy el Parlamento de Roma votará y posiblemente se aprobará gravar las bebidas azucaradas y los refrescos, cada vez son más los países que se suben al carro de gravar los alimentos y bebidas, Hungría, Francia, Dinamarca… a estos hay que sumar países en los que se plantea instaurar la tasa, Israel, Portugal, Nueva Zelanda, etc. ¿Cuánto tardarán en intentar instaurar un impuesto similar en España?
Foto | Leoncillo sabino