Desde hace unos años, en el Reino Unido se ha planteado la posibilidad de aplicar un impuesto de la grasa en aquellos alimentos que favorecen el sobrepeso o la obesidad, sin embargo, no ha terminado de prosperar. En cambio, en otros países ha sido dicho y hecho, podemos recordar el famoso impuesto de las hamburguesas de Hungría, el impuesto de las grasas en Dinamarca o el impuesto de los refrescos en Francia. Pues bien, de nuevo en el Reino Unido, un estudio sugiere que para que este tipo de medidas sean efectivas, el impuesto de la grasa debe de ser de un 20% del valor de los productos como mínimo.
Es un estudio que se desmarca de los gravámenes aplicados en los países citados, con la convicción de que cuanto más le cueste al consumidor, más complicado será que adquiera alimentos o refrescos con exceso de grasas y azúcares. El planteamiento parte de un grupo de expertos de la Universidad de Oxford (Reino Unido), los datos del estudio se han preparado antes de que se celebre la 65 edición de la Asamblea Mundial de la Salud que tendrá lugar del 21 al 26 de mayo en Ginebra (Suiza), suponemos que tienen la intención de plantear gravar con un 20% los alimentos y bebidas que favorecen la obesidad. Pero, ¿realmente era necesario realizar un estudio para concluir que cuánto más encarezcan un producto, menos se venderá?
Como decíamos, cada vez son más los países que consideran introducir una tasa de estas características, a fin de que en el caso de que se instauren, logren alcanzar su cometido, el estudio alentará a que graven fuertemente sobre estos alimentos. Los especialistas indican que las evidencias sugieren que el resultado sería efectivo y se traduciría en mayores beneficios para la población, dado que se reduciría el consumo de alimentos con grasas saturadas o bebidas azucaradas, se podría decir que es intentar poner a dieta al país a base de impuestos elevados. Citan como ejemplos, otros estudios similares en lo que se argumenta que un gravamen fiscal de un 35% en los refrescos azucarados, se traduciría en una reducción del 26% del consumo.
El índice de obesidad se reduciría en un 3’5% y se podría reducir el número de muertes por enfermedades coronarias. También se pretende hacer creer que esta medida sería aceptada por los consumidores, al menos así se desprende de algunas encuestas realizadas, encuestas que algunos especialistas ponen en tela de juicio, basta con conocer la reacción que ha tenido la población de los países donde se ha instaurado el impuesto de la grasa, y eso que el gravamen es mucho más reducido que el planteado por los expertos del Reino Unido.
En la investigación se refleja que la comprensión del planteamiento a nivel global es complicada, como resultado se pueden producir algunos efectos no deseados, como el cambio de dieta desestimando alimentos que consumidos moderadamente aportan beneficios para el organismo. Claro, que en esta investigación sólo se dan datos positivos, no se habla de la reacción de la industria alimentaria o de la negativa a la subida de impuestos de muchos consumidores. Tampoco se habla de la educación nutricional instaurada en las escuelas, medida que sería favorable aunque sus efectos tardarían algunos años en hacerse notar.
La industria alimentaria, por supuesto, objeta que esta es una medida ineficaz, pero sobre todo injusta. Por otro lado, desde el punto de vista legislativo no está muy claro cómo se deberían introducir y aplicar este tipo de gravámenes tan elevados. Los expertos apuestan por un impuesto de la grasa del 20% como caballo de batalla para mejorar la salud de la población, pero vuelve a surgir la pregunta: ¿qué se hará con el dinero recaudado?, quienes defienden de forma ética aplicar una tasa de estas características, sugieren que el dinero recaudado debería emplearse para subvencionar los alimentos saludables, estos deberían costar menos a los consumidores, también se plantea la inversión en la reformulación de ingredientes de la industria alimentaria para que sean más saludables, sustituyendo los azúcares y grasas, subvencionar los tratamientos de las enfermedades relacionadas con las malas dietas, etc.
Pero como sabemos, el dinero que se está recaudando en los países que han aplicado una medida de este tipo, no se ha destinado a los efectos indicados, se utiliza para pagar deudas. En fin, si en el Reino Unido han sido reticentes a instaurar un impuesto de la grasa, más complicado será si se pretende aplicar un impuesto de la grasa del 20%. Podéis conocer todos los detalles del estudio a través del artículo publicado en la página web de la Universidad de Oxford.
Foto | Like the Grand Canyon
2 comentarios
estaría bien que en México se inplementara lo del impuesto sobre la grasa puesto que es el país con mayor indice de obecidad en niños y adultos…
¿Alguien se ha parado a pensar cuánto engorda la salsa que el ponen por ejemplo a las ensaladas que se venden como «Cesar» en la mayoría de los establecimientos? ¿O la carbonara, a la que le echan nata para aburrir? ¿Y si hablamos de los diferentes potajes que se sirven a diario con sus correspondientes «sacramentos»? A donde quiero llegar es que puedo estar de acuerdo en que hay que intentar que la alimentación sea lo más sana posible, pero el problema no sólo está en las hamburguesas, sino en muchos platos que se sirven a diario. Éste no es un problema no sólo del Reino Unido, sino de muchos países en Europa. De hecho, esta noticia viene al pelo y aplica a España:
http://www.larazon.es/detalle_hemeroteca/noticias/LA_RAZON_458462/historico/4020-espana-alcanza-indices-de-obesidad-infantil-similares-a-los-de-ee-uu#.Ttt1UVtheaKKva8
Un saludo!