Parece que algunas empresas empiezan a subirse al carro de los alimentos inhalados siguiendo la estela del inhalador de comida Le Whaf, o del Aeroshot, un inhalador de cafeína. Hoy conocemos Vaportrim, un producto que se anuncia como el remedio eficaz para dejar de picar entre horas y disfrutar del aroma y el sabor de un pastel de manzana, unos muffins de frambuesa, unas fresas con chocolate, unos panqueques con jarabe de arce, etc. Se trata de un inhalador que en teoría satisface a los sentidos del gusto y el olfato haciendo que una persona se sienta llena y por tanto, que coma menos.
Vaportrim son alimentos golosos inhalados, aunque no es apropiado definirlos como alimentos, como se puede apreciar en la fotografía, son unos tubitos cerrados herméticamente, cuyo contenido es el aroma o vapor de los alimentos antes descritos. Su uso es sencillo, basta tirar de una lengüeta de plástico situada en un lateral del tubo y retirar la tapa, posteriormente se aspira para recibir el aroma y sabor del producto elegido. Resulta sorprendente que además nos hablen de una base científica y de cómo el inhalador es capaz de engañar al cerebro reprimiendo las ganas de comer.
Los ejemplos que ofrecen aún son más sorprendentes, los responsables de Vaportrim indican que muchos de nosotros hemos experimentado la saciedad simplemente oliendo los alimentos, como ejemplo preguntan dando por sentado que sí.¿ Cuántos de vosotros habéis estado en la cocina preparando durante algunas horas una magnifica comida familiar, unos postres o dulces, etc., y tras finalizar y sentarse a la mesa, ya no tenéis apetito?, pero eso no es por el olor, posiblemente sea por el cansancio, el aroma invita a disfrutar del alimento de forma física. Pues bien, basándose en ese principio se anuncia el inhalador de alimentos dulces, la explosión de aromas al aspirar hacen que te sientas saciado, como valor añadido se come menos, se pierde peso o se cuida la línea.
Hablábamos de la base científica, los responsables del producto se basan en el estudio realizado por el Doctor Alan Hirsch de Smell & Taste, una fundación que se dedica a la investigación sobre los efectos del olor y el sabor en las emociones humanas, en el estado de ánimo, en la conducta, en las enfermedades, etc. Su cometido es ayudar a personas a superar la pérdida del olfato y las sensaciones gustativas, o en su defecto a potenciar olfato y gusto en aquellas personas que desean aprovechar todo su potencial. Pues bien, al parecer este doctor se dio cuenta de que los pacientes que habían perdido el sentido del olfato, comenzaban a ganar peso.
Esto derivó en la hipótesis de que existía un vínculo entre olfato y hambre, por ello se realizó un experimento con inhaladores, trabajando con personas que tenían sobrepeso, éstas debían utilizarlo cada vez que tuvieran deseos de comer entre horas. Tras seis meses, los participantes del estudio perdieron unos 13’5 kilos, es decir, algo más de dos kilos por mes. La conclusión lanzada fue que las personas pueden perder peso gracias al olor de los alimentos, y para rematar, se indica que sin necesidad de realizar dieta ni ejercicio. Se trata de engañar al cerebro, el buen doctor indica que la satisfacción no viene por el estómago lleno, sino del olor interpretado por el cerebro como si fuera verdadera comida. Entonces, ¿por qué publicitan estos inhaladores con imágenes tan suculentas y le acompañan textos que invitan a ‘chuparse los dedos’?
Se citan más investigaciones y más pruebas, pero no las vamos a referenciar. Volviendo a Vaportrim, alimentos golosos inhalados, cada caja de este producto contiene 50 inhalaciones, no contiene estimulantes y tampoco calorías, se puede utilizar como parte de un programa para perder peso o una dieta, su coste en Estados Unidos es de unos 7’50 euros. Sinceramente, y posiblemente la mayoría de los lectores coincidiréis con nosotros, preferimos disfrutar de los alimentos oliéndolos, saboreándolos, apreciando su textura… eso sí, si se trata de alimentos dulces siempre con moderación, no es necesario recurrir a estos timos cerebrales.
2 comentarios
Un producto paradigmático del viejo oficio de vender aire, aquí literal. Y claro, ¡cómo no!, cuenta también con argumento científico. Delirante.
Que triste que solo puedas oler y no saborear y notar las texturas. Vamos que es una tontería. Quien querría oler comida cuando tiene hambre y que no le dejaran comer?