Los frutos secos destacan por ser un aperitivo/snack o un ingrediente más para nuestras recetas muy nutritivo y saludable, avellanas, almendras, piñones, coquitos, nueces, cacahuetes, pistachos, anacardos, castañas… algunos los podemos tomar al natural, otros tostados, fritos, bañados en miel, caramelo o chocolate, pero siempre con moderación, pues después de las grasas o aceites puros, son el alimento con mayor aporte energético. Precisamente del elevado contenido en grasas de los frutos secos y de su conservación es de lo que queremos hablar, pero desde el momento en el que vamos a comprar frutos secos.
Como hemos comentado en varias ocasiones, aunque los frutos secos ofrecen una prolongada conservación, es debido al contenido en aceites de su composición lo que provoca que absorba olores de su entorno y se ponga rancio si no se conserva en condiciones óptimas, el oxígeno, la luz, la humedad o el calor, provocan una aceleración en la descomposición de los ácidos grasos de los frutos secos y en consecuencia, ayuda a que se pongan rancios. En casa o en el restaurante lo podemos controlar, así que hay que prestar atención a la hora de comprarlos, sobre todo si debemos comprar frutos secos a granel.
Hay muchos comercios que venden frutos secos que se exponen en tarros de cristal o de plástico, en cubetas o similares, siempre bien visibles, por lo que ya tienen a uno de sus enemigos de su buena conservación, la luz. Si no son tarros herméticos, también están en contacto con el oxígeno, luego hay que tener en cuenta la temperatura del establecimiento, etc.
Debemos tener mucha confianza del establecimiento en el que los compramos y además, de que tienen buena rotación, es decir, si se venden mucho posiblemente renueven muy a menudo los frutos secos que tienen en exposición, por lo que pasan poco tiempo expuestos a agentes antes mencionados. Además de tener en cuenta esto, nosotros podemos decantarnos también por los frutos secos que mejor conservación nos proporcionarán en casa, aunque nos dé más trabajo después prepararlos para su consumo, si es posible debemos comprarlos con cáscara.
Para elegir los frutos secos más frescos debemos tener en cuenta su peso, cuanto más pesen mejor, pues con el tiempo van perdiendo agua y volumen. Si tenemos que comprarlos sin su cáscara, siempre podemos pedir permiso para probarlos primero, no sería la primera vez que llegamos a casa con unos frutos secos que ya están rancios, y esto sucede incluso con los que van embolsados a pesar de que no han cumplido con su fecha de caducidad (en este caso hay que acudir al establecimiento y solicitar que cambien el producto o lo abonen.
Si podemos comprar los frutos secos en crudo ganaremos, entre otras cosas, en sabor, ya sabéis lo fácil que es tostarlos en casa, sea en el horno o en una sartén y sin necesidad de añadir ninguna otra grasa ni aditivos. Prestemos también atención a su color, éste debe ser homogéneo, claro y opaco, si muestran transparencias o zonas oscuras, puede haberse iniciado un proceso de infección o de ranciedad.
La mejor forma de conservar los frutos secos en casa es en un recipiente bien cerrado, oscuro y en el frigorífico, así se extiende su frescura y tiempo de conservación. Después de comprar los frutos secos, conservar sus cualidades está en nuestras manos, y aunque haya que salir a comprar más veces, conviene comprarlos en pequeñas cantidades.
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