Nuevos alimentos transgénicos

Leandro Peña

Hoy conocemos las declaraciones de Leandro Peña, experto del IVIA (Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias), sobre la posibilidad de desarrollar nuevos alimentos transgénicos orientados al beneficio alimentario y medicinal. Se podría decir que el experto habla del desarrollo de alimentos como el maíz transgénico vitamínico desarrollado por expertos de la Universidad de Lleida, maíz cuya finalidad es mejorar la dieta de los países pobres. El maíz en cuestión se ha modificado genéticamente aportando altos niveles de vitaminas A, C y ácido fólico, pero no es apto para la agricultura intensiva.

Ya hemos hablado en varias ocasiones sobre las particularidades de los alimentos transgénicos desarrollados por las empresas biotecnológicas, son alimentos orientados a la rentabilidad y la producción, diseñados para evitar el uso masivo de insecticidas y demás componentes químicos que se sustituyen por uno solo, el Roundup cuyo principal componente activo es el glifosato. La finalidad de estos alimentos es soportar el ataque de determinadas plagas, enfermedades y al propio glifosato. El caso es que «existen dos tipos de biotecnologías», una orientada a mejorar la salud y la alimentación, y otra destinada a mejorar la productividad y la rentabilidad, este último caso en nuestra opinión, es el que podría tacharse de peligroso.

El experto cree en las bondades de la biotecnología pero no en la dirección en la que apuntan, al menos eso parece desprenderse de sus palabras cuando dice que para convencer a los consumidores, es necesario desarrollar nuevos alimentos transgénicos bajo las premisas que hemos mencionado, beneficios directos en la alimentación y la salud. Leandro Peña cree que de este modo se suavizaría el clima de oposición a los alimentos transgénicos.

No debe ser lo mismo manipular genes de una variedad alimentaria conjugándolos con otra variedad de la misma especie, que manipular genes de un virus, una bacteria y un alimento que difícilmente podrían tomar contacto en la naturaleza. Como todos sabemos, la modificación genética o mutaciones, se han dado siempre pero bajo el paraguas de la naturaleza y respetando la línea de cada especie o variedad, de ahí que existan cientos de especies de maíz, arroz, etc. No es extraño que exista tal oposición a los alimentos transgénicos, si inicialmente se hubieran desarrollado como en el caso del maíz transgénico vitamínico y bajo el consenso científico internacional, de grupos ecologistas y empresas biotecnológicas, no existiría tal oposición.

Nos sorprende mucho que uno de los mayores expertos en biotecnología a nivel internacional, como es Leandro Peña, se desmarque de este modo y abogue por el desarrollo de nuevos alimentos modificados genéticamente bajo el paraguas del beneficio alimentario y saludable, nos sorprende porque muchos investigadores no reconocen que realmente los transgénicos que desarrollan Monsanto, BASF, etc., dejan en segundo plano los verdaderos beneficios que deberían brindar este tipo de alimentos. Parece que es más importante lograr superar el ataque del taladro (la mayor plaga del maíz) utilizando el maíz Mon 810, o el ataque del nematodo quístico (minúsculo gusano de la patata), de él hablábamos en el post Patatas transgénicas en Alemania.

Al final entendemos las palabras del experto, lo que realmente se intenta es cambiar la actual definición y percepción de alimentos transgénicos en Europa para que sean aceptados y puedan desarrollarse, además argumenta que todos los países están abrazando este tipo de alimentos y pone como ejemplo Estados Unidos, Brasil o Argentina (en este momento sería interesante dar un vistazo al documental sobre la soja transgénica) u otros países emergentes. Mientras los alimentos sean modificados genéticamente conjugando especies que nada tienen que ver entre sí, mientras no se realicen estudios a largo plazo supervisados por una comisión internacional, y mientras prevalezcan los intereses económicos por encima de otros intereses, por mucho que se intente mostrar los beneficios de estos alimentos, difícilmente serán aceptados.

El investigador aboga por un mayor uso de la biotecnología en Europa para poder ser más competitivos y autosuficientes, pero esto dependerá del precio que se deba pagar, y actualmente parece que es demasiado elevado por los riesgos que encierran. De todos modos hay mucho que hablar y es necesario diferenciar entre el deseo de expertos como Leandro Peña y el deseo de las empresas biotecnológicas.

Gastronomía y Cia - Mar Gavilán y Javier Muniesa

Mar Gavilán y Javier Muniesa

En 2005, fundamos el primer blog gastronómico colaborativo en España, que rápidamente se convirtió en un referente en el ámbito gastronómico. En 2008, dimos un paso adelante y creamos Gastronomía & Cía de manera independiente. Para nosotros, ha sido un sueño hecho realidad combinar nuestras pasiones por la gastronomía, la creatividad y la divulgación. Ahora nuestro objetivo es inspirar, informar, deleitar y conectar con todos los entusiastas de la cocina.

3 comentarios

  • Noelia - mayo 8, 2009 - 09:40
    #1

    En mi opinión lo que quieren es hacerle un lavado de cara al asunto para mitigar el rechazo a los transgénicos. No me creo que lo que busquen sea mejorar la dieta de nadie ni ayudar a prosperar a los agricultores. Lo mejor para los agricultores es poder ser autónomos (no depender del suministro de semillas y plaguicidas) y, si realmente se quiere ayudar a los países empobrecidos lo primero que habría que hacer es dejarles cultivar sus tierras a su manera, y dejar de esquilmar sus recursos. ¿Quién se cree que se va a acabar el hambre por meter una vitamina en el maíz?

    No hay más que ver lo que ha pasado en Argentina, México, India… los cultivos transgénicos para exportación han desplazado a la agricultura familiar para la subsistencia, se están perdiendo muchas variedades vegetales, los agricultores acaban dejando sus tierras y malviviendo en los barrios bajos de las ciudades…

    Si quieren ayudar, ¿por qué no montan una ONG?

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  • Miguel Ángel - mayo 8, 2009 - 16:44
    #2

    Vamos a ver si puedo dar mi opinión sin que resulte demasiado polémica.

    Un ecosistema, y la naturaleza en toda su magnitud si queremos abarcar, se comporta como un inmenso sistema de pequeñas entidades materiales, que pueden ser desde piedras hasta seres vivos.

    Hay científicos que opinan que el origen del universo está en algo llamado de manera poco ortodoxa »Big Bang», pero, ¿Podemos hacernos una idea de cuan antiguo es el universo? ¿Podemos hacernos una ligera idea, de cuantos millones de años llevan coevolucionando los sistemas que lo componen?

    Cuando aparece un ser vivo, este crea una serie de lazos, tanto con los seres vivos con los que comparte su hábitad, como con el mismo hábitad, modificándose mutuamente y afectándose reciprocamente a lo largo de millones de años.

    Puede que la anémona cambie la composición de su veneno y que el payaso que vive en ella vuelva su piel más resistente. ¿Y nosotros queremos meter cambios tan grandes en tan poco tiempo, cuando la naturaleza lleva haciéndolo millones de años de manera gradual?

    ¿Podemos hacernos, si quiera, una ligera idea de lo que supondría introducir el gen de una araña en una planta? ¿Y las repercusiones que eso tendría para los otros organismos de su ecosistema? ¿Y a largo plazo, las repercusiones que tendría para los ecosistemas circundantes?

    No perdamos de vista caballeros, la prudencia y el sentido común, que la naturaleza y todos sus hijos nos comportamos como una red interrelaccionada, y meter nuevos hilos supone atar nuevos cabos, y desatar otros.

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  • VelSid - mayo 8, 2009 - 17:26
    #3

    En varias ocasiones hemos mencionado que la biotecnología es una gran herramienta y las mejoras genéticas pueden aportar grandes beneficios a la humanidad. Mejorar la calidad y valores nutricionales de un limón utilizando genes de otra especie de limón, es algo viable y se enmarca en una posible evolución natural, en este caso se puede reducir el tiempo que emplearía la naturaleza o el hombre (cruces de variedades realizadas) utilizando la biotecnología.

    En cambio, fusionar especies totalmente distintas cuyo genoma se muestra como las piezas de tres puzzles distintos y sin nexos de unión, conlleva a la creación de una nueva forma de vida. Como dice Miguel Ánguel es atar nuevos cabos y desatar otros. Se altera la própia naturaleza creando un nuevo orden.

    Las simbiosis entre el pez payaso y la anémona es un ejemplo que aunque válido para explicar la evolución y la adaptación, nosotros no podemos aplicar a la modificación genética. Los verdaderos peligros de la biotecnología se encierran en los intereses de multinacionales como BASF o Monsanto que entre otros, pretenden patentar la vida, recomendamos leer estos dos post.

    https://www.gastronomiaycia.com/2008/05/10/semillas-transgenicas-sus-problemas-y-consecuencias/

    https://www.gastronomiaycia.com/2009/02/23/la-guerra-de-los-cultivos-transgenicos-v/

    Queda mucho que hablar y mucho por descubrir…

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