El Parlamento Europeo propone la creación de una base de datos europea sobre el precio de los alimentos, una medida con la que se pretende mostrar a todos los ciudadanos europeos la especulación que se está realizando con los alimentos y cuyas consecuencias afectan especialmente a productores y consumidores. Bruselas reconoce que existe una gran diferencia económica entre el precio que perciben los productores por los alimentos y el precio al que después se comercializan en los comercios, los grandes beneficiados son los intermediarios, que han logrado convertir a los alimentos en un producto de gran rentabilidad.
La verdad es que la medida propuesta es ya una tónica habitual en nuestro país y parece que no resulta efectiva, podemos poner por ejemplo el IPOD (Índice de Precios en Origen y Destino de los alimentos), este indicador facilitado por COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos), la CEACCU (Confederación Española de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios) y la UCE (Unión de Consumidores de España), toma como referencia 25 alimentos básicos y habituales en nuestra dieta y nos muestra las grandes diferencias de precios siendo claramente especulativas. Como ejemplo más cercano os recomendamos dar un vistazo al IPOD de febrero y como dato reseñable podéis observar que el kilo de limones se pagaba a 0,09 euros a los productores y el consumidor pagaba 1,67 euros, es decir, una diferencia de un 1.856%.
También se puede citar como ejemplo de este tipo de medidas, la información que ofrece el Ministerio de Industria sobre los precios de los productos de alimentación, aunque en este caso la información se proporciona cada tres meses y no cada mes como lo hace el indicador de COAG. El caso es que parece evidente que este tipo de medidas no sirven de nada, mes a mes o trimestralmente, hemos conocido las fluctuaciones del mercado alimentario y de poco ha servido. Recordemos que al final COAG, ha decidido poner en marcha la Red Arco, venta directa de productor a consumidor, a fin de dar algún tipo de solución al problema y que productores y consumidores puedan verse libres de este tipo de especulación.
Cada vez son más las iniciativas en las que los productores intentan esquivar a los intermediarios, las fruterías de los agricultores, las cooperativas ecológicas y otras formas de venta se incrementan día a día. Ante toda esta información y ante la evidencia de que sirve de poco que los ciudadanos podamos tener acceso a la información relacionada con los precios de la alimentación, sus fluctuaciones, sus diferencias, etc., no se entiende por qué el Parlamento Europeo propone la creación de una base de datos europea sobre el precio de los alimentos.
La política de precios mantenida por los intermediarios sólo puede cambiar si se aplica una regulación, medidas proteccionistas sobre los precios, sobre las exportaciones, etc., son muchos temas a tener en cuenta y no se arreglan ofreciendo información sobre los precios.
En el Parlamento Europeo se ha debatido sobre esta cuestión, se ha puesto de manifiesto la gran diferencia entre la cuantía económica percibida por el productor y los precios a los que se comercializan los productos, se ha hablado del abuso de poder ejercido por las cadenas de distribución alimentaria europeas, y a todo esto, como medida principal para intentar amortiguar la situación, crean una base de datos europea sobre el precio de los alimentos en la que colaborará la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) y un sistema de seguimiento de costes y precios.
El problema es realmente complejo y no se va a solucionar ofreciendo este tipo de información, véase el ejemplo de España. La regulación por ley de los márgenes comerciales aplicados en la alimentación es algo verdaderamente necesario.
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