Un grupo de investigadores pertenecientes al Colegio Universitario de Dublín (Irlanda) ha dado a conocer un estudio en el que se concluye que se podría utilizar aceite de pescado para reducir las emisiones contaminantes de la ganadería. Se podrían reducir las emisiones de metano con sólo incluir un 2% de aceite de pescado en la dieta habitual del ganado, cantidad que no podría superarse por el riesgo de problemas de salud en el ganado. Al parecer, este alimento incide en las bacterias presentes en el interior del sistema digestivo de los rumiantes haciendo que se genere mucho menos metano cuando se descomponen los alimentos.
Según los investigadores, se podrían reducir hasta un 25% las emisiones contaminantes con el aceite de pescado, algo interesante teniendo en cuenta que la población de rumiantes genera un importante volumen de contaminación medioambiental provocada por su alimentación. Como ejemplo se puede mencionar el caso de Nueva Zelanda, una noticia publicada en el periódico digital El País nos mostraba que su población de rumiantes podía evitar que se cumpliera el protocolo de Kioto, ya que las emisiones contaminantes que lanzaban a la atmósfera se cifraban en un 40% de toda la contaminación ambiental emitida por este país.
La producción ganadera aumenta año tras año, aumentan las emisiones contaminantes y por tanto se agrava el cambio climático. Los investigadores irlandeses proponen utilizar aceite de pescado para reducir las emisiones contaminantes de la ganadería, pero esto nos plantea una duda. Recordemos que no hace mucho hablábamos del pescado forraje, pescado que se destina a la elaboración de piensos y aceites para la alimentación del ganado, y de cómo sus capturas estaban poniendo en riesgo especies de gran valor comercial. Si hasta el momento se utilizan unos 31,5 millones de toneladas de pescado para la alimentación animal, utilizar aceite de pescado podría incrementar significativamente esta cifra y por tanto, aumentarían los riesgos y consecuencias para las poblaciones marinas.
Es evidente que es necesario reducir las emisiones de metano de cabras, ovejas, vacas, etc., emisiones que se cifran en unas 900.000 millones de toneladas anuales. Recordemos que el metano es un gas contaminante cuya concentración en la atmósfera ha crecido significativamente en los últimos años, el 60% de las emisiones de todo el mundo pertenecen a la actividad humana y la actividad ganadera.
Otros estudios han propuesto utilizar carne de canguro para reducir las emisiones contaminantes, ya que los microorganismos del sistema digestivo de los canguros no actúan igual que el de los rumiantes, apenas se produce metano. Evidentemente es una solución complicada, es difícil cambiar las preferencias y gustos, las costumbres, el sistema productivo de cada país, etc. También hemos podido conocer propuestas para luchar contra el cambio climático reduciendo el consumo de carne, algo que nos proponía el presidente del PICC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (ONU)) Rajendra Pachauri.
Quizá esta solución resulta mucho más efectiva que la de incluir aceite de pescado en la alimentación de los rumiantes, por un lado se garantiza reducir la sobreexplotación marina del pescado forraje, además se pueden reducir las emisiones contaminantes y por otro lado no olvidemos algunos estudios recientes en los que se muestra que la ingesta de carne roja aumenta el riesgo de muerte si se abusaba de su consumo, o la relación que existe entre la carne roja y degeneración macular.
Reducir el consumo de carne y aumentar la ingesta de frutas y verduras puede ser la mejor alternativa para el medio ambiente y para nuestra salud, por tanto, aunque el descubrimiento irlandés es interesante, deberían tenerse en cuenta las medidas propuestas en otros estudios.
Más información | Science Daily