El Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo cuenta actualmente con la mayor biblioteca genética de peces de nuestro país, en total se encuentran presentes hasta 300 especies secuenciadas genéticamente que se ponen al servicio de la industria alimentaria. La información genética del pescado es utilizada para detectar fraudes, y es algo lógico teniendo en cuenta los cambios que ha sufrido el mercado durante los últimos 20 años.
Antaño se adquirían piezas completas de pescado y fácilmente se detectaba de qué especie se trataba, poco a poco y debido a las necesidades sociales, el pescado se comercializa en porciones, filetes, medallones, productos identificados a través de las etiquetas, pero menos detectables a través de la pieza adquirida. Incluso el sabor del pescado puede ser confundido en ocasiones.
Las nuevas especies de pescado son importadas desde los mares de otros países, la tilapia del Nilo, un pez tropical procedente del continente africano que se ha introducido en los comercios de muchos países del mundo y que tiene un especial éxito en la acuicultura. También se puede nombrar la panga, un pescado de agua dulce procedente de Asia cuya carne ofrece un aspecto muy atractivo y cuyo sabor se asemeja al lenguado, aunque en cuanto a textura, no se parece nada. Sobre este pescado, recomendamos leer el post pescado panga, el inquilino conflictivo, un interesante post de Mercado Calabajío que nos desvela todas las particularidades de este pescado.
Son tantas las nuevas especies que se han introducido en nuestro país, que las dudas se ciernen sobre los consumidores, ¿qué es lo que realmente se está comiendo?, por ello, la información genética del pescado para detectar fraudes es cada vez más utilizada a fin de certificar cada especie y de conocer exactamente cuál es la que se encuentra en nuestra mesa.
Gracias a Xenotechs, una empresa vinculada al Instituto de Investigaciones Marinas y a la Universidad de Santiago de Compostela, se pueden identificar todas las especies que se comercializan en nuestro país. Su trabajo se basa en el análisis del ADN ofertando a la industria agroalimentaria distintas técnicas para importadores, mayoristas, distribuidores, etc., la genética es el mejor modo de no recibir gato por liebre.
Gracias a este tipo de análisis, la empresa que compra una determinada variedad de pescado, como puede ser por ejemplo la especie de merluza Merluccius merluccius, sabe que no le están vendiendo la variedad de merluza negra Dissostichus eleginoides cuyo valor comercial y culinario es menor.
El hecho de que el pescado se comercialice en porciones no es un impedimento para conocer exactamente la variedad. Este servicio es cada vez más valorado, el ADN es el mejor carnet de identidad, es interesante recordar en esta línea el descubrimiento del marcador genético del mejillón de Galicia, gracias a ello, se puede diferenciar el mejillón de las costas gallegas de otros mejillones que provengan de cualquier lugar del mundo.
Los responsable de Xenotechs indican que se encuentran de vez en cuando con fraudes alimentarios que, aunque no encierran ningún peligro para el consumidor, sí afecta al bolsillo del comprador, un ejemplo serían las sardinas o las anchoas. Otro aspecto destacable es la rapidez de los análisis, algo necesario especialmente para quien acaba de importar un gran volumen de pescado que necesita ser rápidamente comercializado, en 48 horas garantizan resultados.
Las pruebas y análisis genéticos alimentarios son un gran negocio que poco a poco adquiere mayor importancia, algo acorde a los nuevos procesos de manipulación y envasado. Los análisis genéticos se suceden cada vez más en los productos de alimentación y más cuando existe el riesgo de fraude. Otro ejemplo lo podríamos tener con el aceite de oliva, no pasará mucho tiempo para que las etiquetas comiencen a contener obligatoriamente información genética sobre el producto para mayor tranquilidad de comerciantes y consumidores.
Los análisis alimentarios, sean genéticos o de detección de elementos perjudiciales para la salud (como puede ser el contenido excesivo en metales pesados o un elevado nivel de pesticidas en frutas y verduras entre otros ejemplos), están a la orden del día siendo una herramienta imprescindible para garantizar la calidad y la seguridad alimentaria.
Vía | El País
1 comentarios
En nuestro país, estamos todos demandando desde hace muchos años que la legislación lleve a cabo el correcto etiquetado y clasificado de ciertos alimentos básicos, sobre todo el de esas materias primas las cuáles nos aprovisionamos habitualmente como es el aceite de oliva, la harina, el pan, el pollo, el arroz etc..
Deberíamos de conocer al dedillo lo que compramos, y dar la mayor importancia al hecho de detallar al máximo la variedad o raza, origen o procedencia del producto, o el tipo, calibre etc. No digamos ya la información genética de algunos de los nuevos productos que llegan a nuestro país, esos que sin ningún tipo de envasado, manipulación o que simplemente llegan en fresco, invaden nuestros mercados y que la mayor parte desconocemos.
No cabe duda de que están ahí por algo, pero no sabemos si esa idea genial de cubrir la demanda de pescado existente a nivel mundial con nuevas razas y variedades globalizando la situación, realmente se está realizado correctamente, es más, sabemos que no.
Sin duda que esta situación se regularice es una gran noticia.
A ver si es verdad…