Vivimos en una era industrial en la que los alimentos son sometidos a todo tipo de procesos, desde su producción se encuentran implicados en diferentes tratamientos para poder obtener mayores cosechas, se utilizan pesticidas, abonos, etc. Después los alimentos vuelven a ser sometidos a nuevos procesos, manipulación, tratamiento, envasado, transporte, distribución…, todo ello puede provocar una alteración de la composición de los alimentos según explica la profesora del Instituto de Salud Carlos III, María Teresa García, es decir, la tecnología alimentaria puede alterar la composición de los alimentos,
Es evidente que los alimentos pasan por muchos procesos, así lo exige la era industrial en la que vivimos, pero la experta manifiesta la necesidad de acortar todos estos procesos evitando, en la medida de lo posible, las causas que provocan estas alteraciones. Un ejemplo que nos proporciona es el exceso de temperatura, presión o contacto de los alimentos con los envases que los contienen. Para evitar esto, lo mejor es disfrutar de una dieta en la que los alimentos realicen un corto recorrido desde su producción hasta la mesa del consumidor. Claramente nos muestra que son los alimentos preparados los que hay que evitar, así como los de importación, y éstos deben ser sustituidos, por ejemplo, por los productos ecológicos, este tipo de alimentos están menos manipulados y su trayectoria desde su producción hasta nuestra mesa es mucho más corta.
A los alimentos hay que otorgarles la mayor importancia, debemos ser escrupulosos con lo que ingerimos y buscar siempre aquellos productos de calidad sanos y naturales, es necesaria una conciencia alimentaria, pero para ello se ha de iniciar un proceso educativo que muestre a los consumidores los beneficios de consumir productos de escasa manipulación, de hecho, la alimentación debería ser una asignatura obligada en los centros educativos, se mejoraría la calidad de vida de las futuras generaciones y se eliminarían muchos de los problemas de salud que hoy en día afectan a la sociedad.
La experta nos muestra también algunos ejemplos, las patatas fritas congeladas y su relación con la acrilamida, esta es una sustancia que puede formarse cuando se calientan alimentos con un alto contenido en almidón y es una sustancia considerada como cancerígena. Además hay que añadir que el sabor de unas patatas recién cortadas nada tiene que ver con el que ofrece el producto congelado, la comodidad tiene un precio alto. María Teresa García indica que algunas de las sustancias que componen los envases de plástico o metálicos utilizados habitualmente en los productos alimenticios, pueden integrarse en ellos, pasando a nuestro organismo y provocando diversos problemas de salud.
Durante los últimos años son varias las investigaciones científicas que pretenden desarrollar envases saludables para los alimentos, envases que permitan una prolongación de la vida útil sin alterar la composición nutricional de los alimentos, ahora recordamos, por ejemplo, los nuevos envases que están desarrollando un grupo de investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela, se trata de los envases comestibles para los congelados elaborados con proteínas. Este tipo de investigaciones ponen de manifiesto que los envases actuales no presentan un 100% de seguridad y por tanto, hasta que no se desarrollen nuevos envases, la mejor opción es intentar consumir alimentos lo más frescos posible.
Una alimentación sana y fresca se encuentra asociada a una mayor carga de elementos antioxidantes, vitaminas y minerales, algo que nuestro organismo necesita para su buen funcionamiento. Disfrutar de este tipo de alimentación será algo muy agradecido y se verá reflejado en nuestro bienestar, lástima que a pesar de que en Europa la producción de alimentos ecológicos ha aumentado, España sigue con la línea de consumo relativamente baja.